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sábado, 28 de mayo de 2011

La Carolina

“Los carteles luminosos gritan:
bienvenidos a la ruta perdedora”
Charly Garcia y La Máquina de hacer Pájaros

 


LA HUELLA INFAME


El aguilucho planea fastuosamente sobre las sierras de La Carolina, como vigías impotentes ante la invasión de vehículos de variado porte y marcas, conducidos por turistas de distintas nacionalidades atraídos ante la oferta del lugar, que promete mimetizarlos con antiguos buscadores de oro.
Nada mas irreal ya que los mineros dejaron de trabajar hace tiempo debido a que se terminó con el preciado mineral y tuvieron que emigrar por falta de trabajo.
Hoy, el turismo es la mina de oro y la explotación se convierte en una verdadera industria, relegando a descendientes de mineros al ostracismo que oferta el Estado Provincial con su plan social, convirtiendo a los habitantes del lugar en otro caso de personas aisladas.

LA RUTA DEL ORO


De la entrada al primer socavón no queda nada mas que la forma, ya que un derrumbe dejó como señal la finalización de la búsqueda de oro, principal fuente de trabajo de antaño y sostén de la economía del lugar y de sus habitantes. La explotación de las minas estaba a cargo del Estado Provincial hasta el cierre definitivo y hoy sus tierras pertenecen a un particular de apellido Marini, agraciado no solamente en la venta de la ruta turística con Servicio de Información incluido, sino que también en la adjudicación de un par de Hosterías del lugar y que no permite competencia de parte de lugareños, quienes tampoco fueron favorecidos con la venta de terrenos a solo $ 300, 00, por decisión del Intendente Ferraro, que benefició a personas principalmente de otras provincias.
“Las tierras en realidad fueron regaladas y lo que se pagó fue el gasto administrativo”, reconoció la señora Ingrid, pareja del Intendente.
Lo cierto es que las condiciones para la obtención de los terrenos pasaba por la construcción inmediata de viviendas o negocios de venta de artículos regionales.
Hoy, el negocio es la reventa de los terrenos con casas a medio construir, a valores varias veces mayor.
Tomás, descendiente directo de mineros y propietario del Museo de la Piedra, que no cobra nada por su visita y que sobrevive gracias a sus conocimientos de las historias del lugar que transmite en sus paseos por la ruta del oro, hoy ve disminuida sus oportunidades legítimas ante la competencia desigual de parte de Marini, que instaló un verdadero mercado al acaparar todas las variaciones de oferta e imposición de elevados precios, que van desde $10,°° por persona para ingresar solamente a las minas, $ 8,°° por la imitación de la práctica de rappel y otro tanto para la emulación de la búsqueda de oro, además de la venta de productos regionales y souvenirs que nada tienen que ver con el lugar, pasando por cabalgatas programadas por la zona a $ 25 la hora y por persona.
La discriminación indirecta se hace visible desde el estado de la ruta, deteriorada en toda su extensión, desde El Trapiche, perjudicando principalmente al transporte público de pasajeros, que muchas veces no llega a Carolina por quedar varado en la ruta, perjudicando primordialmente a los pobladores de la zona y obligando a los propietarios del transporte al cobro del boleto a un precio que no se condice con el recorrido y otra vez terminan perjudicados los moradores de la zona.

TURISMO OLVIDADO


Con la salud ocurre otro tanto, al no contar los habitantes con un servicio eficiente en la sala del lugar y al tener una doctora de apellido Lucero, quien no atiende a las personas durante semanas y tampoco expende las recetas necesarias a pacientes que muchas veces tienen que bajar de las sierras, su lugar de hábitat, varios días antes.
Las mujeres embarazadas también se ven afectadas, cuando se acerca el momento de parir; Tienen que viajar con un mes de antelación a la Capital para internarse por las dudas de no ser atendidas a tiempo y por no tener un control y atención esencial en estos casos.
Con la seguridad ocurre otro tanto. Los policías se van a dormir antes que los ladrones y dejándolos a su merced.
Todo esto fue reclamado oportunamente y ante las autoridades y funcionarios sin lograr ninguna solución.
La gente presentó dos notas para exigir la expulsión de la doctora Lucero y una mejor atención, mayor seguridad, reducción del precio del pasaje y mejoramiento en el servicio de transporte sin obtener hasta aquí respuestas favorables desde el seno de la intendencia y responsables de la justicia, ocupados en trabajos ajenos a su función.
El monumento de Crisóstomo Lafinur, emplazado en su antigua casa, goza de un cuidado de lujo al tener afectado a personal de inclusión social  para su mantenimiento y contar con un aire condicionado a la intemperie, cuando muchas personas no tiene ni un ventilador.

SI HASTA EL CIELO FUE COMPRADO


El cerro Tomolasta, fiel y mudo testigo de tanto desamparo de los habitantes de La Carolina, también carga sobres sus espaldas la invasión de la globalización y la señal no pasa por algún conquistador de sus alturas, sino de antenas de variados tamaños y formas emitiendo señales de comunicación del mundo de hoy, impactando directamente en su vista y ni hablar del golpe ambiental, mudando a los moradores naturales como aves que dejaron de hacer nido desde que se acabó el tesoro de los inocentes.-

Nota: La actual Intendente de La Carolina Ingrid Blumencweig, ex-compañera de estudios y esposa del ex-Intendente Ferraro fue quién realizó los cambios en la pequeña sala de salud luego de que su marido me haya emplazado mediante telegrama a ratificar o rectificar lo denunciado en la nota. 
La doctora fue echada y reemplazada.
La ruta sigue igual.




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